martes, 9 de agosto de 2016

La belleza de tu nacimiento

Presentí que llegaba el día esa mañana al despertarme. Mi cuerpo y el tuyo en sincronizada armonía pusieron en marcha el milagro de tu nacimiento. Cada contracción marcaba tu proximidad hacia el mundo exterior.
Las horas me acercaban a ese momento sublime. Fui visualizando ese instante en que te pariría y ese primer minuto en el que te fundiría en abrazo intenso.
La noche llegó y las contracciones se aceleraron. Una fuerza primal al galope se encendió dentro mío. Volví al agua y con un mantra ancestral fui llamándote para recibirte. Silencio absoluto previo al llanto. El mundo se detuvo. Expulsado de mis entrañas, te recogí del agua y te abrigué en mi pecho.
Tu primer llanto me colmó de felicidad al constatar que habías nacido. Lavé tu cara angelical en agua tibia. Mi leche comenzó a brotar para nutrirte. Desde ese instante quedamos unidos para siempre, querido Matteo. Gracias Universo por tan bella bendición.